Hoy y aquí pienso sobre el curso que lleva mi vida, a la que no trato de modificar por ningún medio, sólo me dejo llevar por lo que el destino me propone. Pero a pesar de todo no me hace feliz el rumbo que mi vaga existencia lleva. Muchas son las veces en que trato de imaginarme cómo sería yo sin todo lo que hoy me pasa. Cómo sería mi vida si no hubiera tenido este trastorno de la alimentación. Sin embargo, no obtengo ninguna respuesta. He crecido así, con estos hábitos que no sólo han trastornado mi forma de comer, sino que día a día han trastornado mi mundo, mis afectos, mi personalidad y, por sobre todo, han trastornado mi deseo de vivir. Yo no veo futuro y, por más que muchas veces me invade el terror cuando imagino pasar el resto de mi vida así, no encuentro la salida correcta de todo esto, más que volver a empezar un ayuno.
Ha pasado tiempo, mucho tiempo, aunque ni siquiera se cuanto, no me he tomado la molestia de mirar la fecha de mi última entrada, simplemente me he dedicado a borrarlas todas y volver a empezar. Nunca he abandonado a ANA, ni mucho menos, simplemente habia abandonado el blog. Me sorprendo al releer mis viejas entradas y darme cuenta cuánto he cambiado. Soy otra persona totalmente, una versión de mi más solitaria, mas dañada, más delgada, más autodestructiva, más enferma, más madura y más consciente de lo que relamente es la vida y la gente. He renacido incontables veces, para luego volver a hundirme más aún. Ese es mi ciclo, me levanto y me hundo una y otra vez por diferentes motivos.
Vuelvo porque necesito apoyo, cualquier tipo de apoyo. Estoy muy destruida psicológicamente y he aceptado que resulta imposible recuperarme, por eso simplemente necesito apoyo, no ayuda.