miércoles, 2 de febrero de 2011

Me encuentro en un estado totalmente desesperante. Quisiera desplazar el tiempo, quisiera irme. Quisiera no tener que irme a dormir esta noche a la cama inmersa en una gran llantina, quisiera no tener que despertarme mañana y que todo siga igual. Quisiera realmente desaparecer.

Últimamente estoy alejándome demasiado de la salida. Y no estoy refiriéndome solamente a la anorexia, esta enfermedad no es la causa del caos en el que se ha convertido mi vida. Pero es que realmente las cosas no consiguen mejorar para nada, realmente cada día me adentro más en todo esto. La angustia que siento en mi pecho me acompaña ya casi todos los dias, a todas horas, me perfora, me destroza, me deja sin aliento. Son muy pocos los momentos en el día en los que puedo decir que estoy bien. Esta angustia forma ya parte de mi, tanto que estoy empezando a sentirme como un cadaver vacío siguiendo las reglas rutinarias. No siento ya nada, o mejor dicho, no expreso nada. Porque me siento como si me hubieran inyectado un sedante que mantiene mi cuerpo inmovil, pero por dentro me estoy destrozando. De hecho me he puesto a escribir ahora a causa de esa angustia, que es la más fuerte de los últimos dias. Siempre en estas crisis acababa igual: primero me venia la angustia, seguidamente comenzaba a llorar de una manera descontrolada y solo podía salir de aquello de una forma: con un corte, o incluso a veces dos, en la muñeca, así conseguia calmarme. Pero ese truco ya no me sirve, la angustia parece no abandonarme ya. Ahora ya no me sale ni llorar, ni siquiera me cambia la expresión de la cara. Ya no soy nada, estoy desapareciendo.